Los honderos baleares son conocidos en las fuentes clásicas desde tiempos antiguos. Las primeras citas datan del siglo V a.C., en el contexto de las luchas entre griegos y cartagineses, o entre los mismos griegos, en la isla de Sicilia.
Las razones por las que estos hombres salieron de las islas de Mallorca y Menorca a luchar se han de buscar en causas internas. La arqueología ha constatado una jerarquización creciente de la sociedad talayótica, precisamente y de forma clara a partir del siglo V a.C. Posiblemente esto ocasiona conflictos internos destacados que se reflejaron en un crecimiento de los poblados y en la construcción de las grandes obras defensivas del momento, como serían las murallas de los poblados talayóticos.
El tránsito a combatiente mercenario
Hay dos teorías en cuanto a cómo los honderos pasaron de ser miembros de una sociedad cuyas habilidades les capacitaban para la caza y/o el control de rebaños a mercenarios
Teoría del vasallaje
Es probable que hubiese un sistema social llamado devotio , que se estructura alrededor del vasallaje de una parte de la sociedad con un señor. Algunos de estos personajes importantes seguramente se vieron desplazados de sus comunidades, por razones no sólo económicas, sino también sociales. Estos jefes, cuando son expulsados, también se llevan con ellos sus seguidores. Esto explicaría porque muchos hombres en edad de cultivar y procrear salieron de Mallorca o de Menorca, seguramente siguiendo a sus líderes. Esta expulsión de su sitio de origen se resolvía, por tanto, de una forma que se puede considerar honorable, ya que, en el exterior, mediante la guerra, era posible acaparar prestigio y riqueza, y en el peor de los casos, una muerte con honor.
Teoría del intercambio comercial
El potencial agropecuario de las islas de Mallorca y Menorca no podía ser lo suficientemente atractivo para los comerciantes púnicos como para que se establecieran redes de intercambio. Hay que tener en cuenta que Ebussus tenía producción propia y un contacto directo con zonas agrícolamente mucho más fértiles que Mallorca o Menorca. De los poblados postalayóticos no salían bienes de consumo sino honderos mercenarios. Esto sería posible porque durante este periodo la organización de la sociedad permitiría que un sector de la población masculina quedará libre de las tareas diarias dedicadas al mantenimiento y a la subsistencia. De esta forma podrían dedicarse al entrenamiento militar y al perfeccionamiento en el uso de la honda, la cual hasta ese momento solo había sido un instrumento de trabajo para la caza y el control de los rebaños.
El guerrero talayótico
Este ideal de guerrero y de destreza extraordinaria en la guerra era uno de los aspectos que destacaban las fuentes clásicas. Es así como muchos de los autores griegos y romanos hablan de la habilidad bélica de los talayóticos, sobre todo con la honda. Les sorprendía que los antiguos baleares entrenasen, ya de niños, en el manejo de esta arma. Explican que se les ponía la comida encima de los árboles, y que hasta que nos lo alcanzaban con las hondas, no podían alimentarse.
Otro aspecto destacado para los escritores clásicos es la ferocidad de estos soldados, que se enfrentaban a la muerte sin contemplaciones. El enfrentamiento sin ningún tipo de protección en el cuerpo, desnudos, demostraba un posible ritual relacionados con la falta de miedo y con una cierta devoción por la muerte. Esto los hacía, en parte, vulnerables, pero también en unos enemigos terribles que podían causar estragos en las filas contrarias. Por este motivo se les ponía en la vanguardia de los ejércitos junto con los arqueros, siempre en primera línea, desde donde tiraban las piedras o bolas de plomo con las hondas, a una velocidad y puntería extraordinarias. Una vez realizado su acto brutal sobre las vanguardias enemigas, los honderos baleares se retiraban protegidos con un escudo de piel de cabra y una jabalina y comenzaba el turno de los infantes bien organizados de los ejércitos de la época.
El armamento
En el combate usaban tres hondas: una era más grande, para los tiros más lejanos, ceñida a la cintura; otra de tamaño mediano que se llevaba en la mano; y una más pequeña para los tiros más cercanos, que llevaban en la cabeza. El proyectil se podía lanzar de diferentes maneras, pero tenían tres tipos de tiro (uno para cada honda). Las hondas las hacían de cuerda, con seis tramos de cuerda como si se hicieran una trenzas. Los proyectiles reciben el nombre de glandes y se lanzaban tras revolotear tres veces sus hondas, podían ser de piedra, terracota o plomo y podían llegar a pesar hasta 500 gramos.
Los honderos baleáricos en el ejército cartaginés. Se mencionan por primera vez a mediados del siglo IV a. C. en Cerdeña, durante la conquista de Selinunte (409 a.C.), en el marco de la Segunda Guerra Siciliana. Diodoro Sículo los coloca entre los combatientes cartagineses durante la toma de Agrigento y, ya comenzada la Tercera Guerra Siciliana, en la batalla de Ecnomo (310 a.C.), a las órdenes de Amílcar.
Según los cronistas, Aníbal contó con aproximadamente 2.000 honderos baleares, que en los inicios de la campaña en la península Itálica dispuso en primera fila de su ejército, y eran los encargados de empezar la lucha para hostigar a los romanos. Esta disposición de las tropas, que tenía un cierto paralelismo con la de los vélites en el ejército romano, la repitió en Cannas (216 a.C.). Aníbal daba una gran importancia a estas tropas y las protegió a lo largo de la campaña como soldados irremplazables. El motivo de su eficacia militar residía en el mayor alcance y precisión que la honda tenía sobre el arco.
Los honderos en el ejército romano. A partir de la conquista romana de las Islas Baleares las fuentes históricas vuelven a hablar de los honderos, ahora encuadrados en el ejército romano. Caio Salustio nos informa de honderos baleares entre las tropas romanas que luchaban en Numidia contra el rey Jugurta (111-105 a.C.). César menciona los honderos baleáricos como combatientes en la guerra de las Galias, hacia el 56 a.C.