Si bien ya publiqué una entrada dedicada exclusivamente a la lauda sepulcral de Baleria, el haber localizado otra lauda en el Museo de Bellas Artes de San Pio V de Valencia, me ha motivado para tratar el tema de una forma más amplia. Entremos en materia.
Primero de todo ¿Qué es una lauda o laude sepulcral? Se llama así a la cubierta de sarcófago o sepultura de piedra o de metal grabada con la imagen de la persona enterrada así como con inscripciones alusivas a la misma y al objeto de la obra. Si bien las laudas paleocristianas no tenían grabada la imagen de la persona y su uso preferente fue durante los últimos siglos de la Edad Media y los primeros de la Edad Moderna.
A pesar de que en Spania (así se denominaba a la Hispania bizantina, que fue una provincia del Imperio romano de Oriente entre los siglos VI y VII que incluía las Islas Baleares) la mayoría de mosaicos se encontraban destinados a la pavimentación de las basílicas, existían algunos con finalidad funeraria, aunque los ejemplos son mínimos dado el destino preferente a los espacios litúrgicos.
Baleria
BAλERIA
FIDELIS IN
PACE VIXIT
ANNIS λX TRS
DE HAC VITA
S D II KAλ OCTO
Baleria, fiel, (descansa) en paz. Vivió veintiseis años. Salió de esta vida el dia II de las calendas de octubre
La lauda sepulcralis de Baleria, estaba situada a los pies de la nave del Evangelio de Son Peretó. Esta, con una longitud de 2,70 m y una anchura de 1,25 m presenta el esquema tripartito tradicional, situando el epitafio en el registro central, y dejando para los laterales, motivos complementarios, ya en el superior sendas aves que flanquean un círculo múltiple, ya en el interior una crátera con dos hojas coriformes en sus esquina. Se data en la segunda mitad del siglo VI.
Severina
SEVERINA
VIXITAN(N)
OS XXX
(R)ECESSIT IN
(P)ACE TERTIU
IDUS FEB(RUARII)
Severina ha vivido cuarenta años. Ha muerto en paz el tercer idus de febrero.
El mosaico sepulcral de Severina se encontró en el Huerto de Morand, al norte del castillo de la acrópolis de Dianium, actual Dénia (Alicante), datada en un principio, muy a finales del siglo V, o ya más adecuadamente en el siglo VI. Esta recubría una sepultura realizada con sillares, situada en el denominado Huerto de Morand en el que había un esqueleto y una botellita de vidrio junto al cráneo. Se divide en cuatro compartimentos que, junto al epitafio, acogen motivos diversos, como una línea ondulada y una serie de triángulos, un ajedrezado irregular, o una roseta hexapétala inscrita en una estrella de ocho puntas, todos ellos dispuestos en un cuadrado orlado por hojas y líneas onduladas.
