Término municipal: Isla de Cabrera. Fincas o caminos cercanos: Puerto de Cabrera. Acceso: El acceso se realiza mediante barco, en verano, a través de alguna de las empresas que organizan viajes hasta la isla dese la Colonia de Sant Jordi. Tipo de yacimiento: Necrópolis paleocristiana. Interés: La evidencia de que hubo una comunidad monástica en la isla. Proyección: La realización de la cata anima a seguir buscando excavando en el resto de la necrópolis y a ubicar definitivamente el monasterio.
La existencia de un antiguo monasterio en la isla de Cabrera está documentada gracias a una carta de Gregorio Magno dirigida al «defensor» Juan y fechada en 603, en el documento el papa menciona que la comunidad de aquel monasterio situado en la isla de «Capria, cerca de Maiorica» llevaba una vida disoluta y entregada a diversos crímenes. Los trabajos arqueológicos, han permitido identificar algunos restos del citado monasterio situado en el fondo del puerto natural de la isla, en el Pla de Ses Figueres donde se ha trabajado y estudiado varios lugares que han aportado el descubrimiento de una necrópolis y otras construcciones relacionadas con el monasterio y que habría que fechar entre los siglos V y VII.
«Porque nos ha llegado la noticia de que los monjes del monasterio que se encuentra en la isla de Capria, situada junto a Maiorica, que es también una isla, han sometido sus vidas a diversos crímenes, que manifiestan que, más que servir a Dios, luchan y lo decimos llorando a favor del antiguo enemigo«
San Gregorio. Epístola XIII (hacia el año 603)
El descubrimiento más determinante e importante de los llevados a cabo hasta el momento para sustentar la existencia de una comunidad monástica sería el de la necrópolis. Se tienen identificadas un total de cinco sepulturas de inhumación, tres de las cuales han sido completamente excavadas. Dichas tumbas presentan una fosa de tipo bañera (planta trapecial con los extremos ligeramente redondeados), con las paredes verticales, paralelas, y con un retranqueo para encajar la cubierta, la cual, estaba compuesta por cuatro o cinco losas de marés colocadas horizontalmente.
En cada una de las tumbas se encontró un solo esqueleto, en posición de cubito supino, con las piernas estiradas, y con los brazos al lado del cuerpo o ligeramente plegados apoyándose sobre la pelvis. Los tres esqueletos correspondían a adultos de sexo masculino. Gracias a los materiales arqueológicos encontrados dentro de algunas de las tumbas y en los estratos cortados por sus fosas, se estimó que su fecha de construcción sería entorno al 550 d.C.
Las defunciones debieron producirse entre el final del siglo VI y la primera mitad del VII, probablemente, entre el 590 y el 630 d.C. Parece razonable poder relacionar dichas tumbas con el cementerio de la comunidad monástica de las que nos da noticia la epístola del papa Gregorio Magno anteriormente citada.
Las tumbas de la necrópolis cortaban los niveles de derrumbe de diversas estructuras que habrían estado en uso entre los siglos V y VI d.C., las cuales se han venido relacionando con la producción de purpura. Al parecer también se elaboraba vino en la cubeta que forma parte de estas estructuras. En relación con la elaboración del colorante purpureo existía un conchero localizado junto al mar, a poca distancia del límite norte del Pla de ses Figueres.